¿Creemos
los mediadores, realmente, en la mediación? No tengo ninguna duda de que la
respuesta a esta pregunta es SÍ.
Sin
embargo, y aunque lo que pueda decir a continuación pueda escocernos un poco, existen
argumentos para dudar de que los mediadores, a pesar de nuestro convencimiento
sobre la utilidad e interés de la mediación como alternativa de gestión de
conflictos, estemos haciendo todo lo posible para fomentar su uso y su
desarrollo.
Tal
y como se transmite en algunas ponencias o mesas redondas sobre mediación, en
España se han formado alrededor de 15.000 personas en mediación. Y esa cifra
sigue creciendo, mes a mes, teniendo en cuenta la ingente y variada oferta
formativa disponible.
Todo
un ejército de personas, mejor o peor, formadas en mediación en sus diferentes
ámbitos de aplicación. Y, sin embargo, hay que reconocer que, entre la
sociedad, la demanda de este modelo de intervención, a pesar de sus
características y sus ventajas, es minoritaria.
Se
ha concluido, como explicación a esta situación, que la sociedad a la que
pertenecemos está demasiado habituada a que un tercero (tradicionalmente el juez)
“nos resuelva la papeleta”. Aunque las medidas que pueda ofrecernos sean impuestas,
limitadas y tarden mucho en obtenerse. Y también se ha hablado de lo costoso y
complicado que está resultando introducir en la sociedad a la que pertenecemos
una “cultura de paz” y de autodeterminación que nos ayude y responsabilice a
resolver nuestros propios conflictos.
Yo suscribo y subrayo estos dos argumentos. Pero también
tengo que admitir que existe otro, muy sencillo, que demuestra cómo los
mediadores tendrían en su mano desarrollar la mediación fomentando una mayor
utilización de la misma por la sociedad de forma muy sencilla.
Si
efectivamente somos, en la actualidad, más
de 15000 mediadores formados, podríamos, sólo por nosotros mismos, generar más de 15000 casos de mediación al año. Y, aunque no dispongo de los
datos, estoy seguro de que el número de mediaciones realizadas anualmente no
llega, en la actualidad, a cifras parecidas.
Como
digo, esta cantidad de procesos de mediación sería fácilmente generable por nosotros mismos si cada uno de los 15000
mediadores formados derivásemos a este recurso sólo uno de los casos que pudiéramos
considerar susceptibles de mediación de todos los que hubiéramos detectado en
el desempeño de nuestros roles profesionales de origen (abogados, procuradores,
psicólogos, trabajadores sociales, educadores sociales, pedagogos, docentes,
personal sanitario, personal de la administración de justicia, ingenieros,
policías, y un larguísimo etcétera)
Escucho,
en muchos foros, el reproche de que las distintas Administraciones Públicas no
contribuyen todo lo que podrían al desarrollo de la medicación. La queja de que
la Administración de Justicia, a pesar de estar colapsada, de los tiempos de
espera que impone a sus usuarios, del coste económico, de las dificultades para
resolver conflictos, e incluso de su dificultad para resolverlos adecuadamente con la consecuente insatisfacción que produce, no invierte suficientemente en mediación, ni propicia
protocolos de derivación para darle protagonismo a otros sistemas de resolución
de conflictos. Y, quizá, haya algo de razón en estos requerimientos. No digo que no, todo es mejorable y quizá,
desde estos ámbitos, se podría hacer mucho más, y de forma más provechosa.
Pero hay que reconocer,
que sin datos en la mano, estoy seguro de que, de los procesos de mediación
realizados cada año, muchos más de la mitad son producto de una derivación judicial
a una sesión informativa. Y esto da que pensar... ¿Deberían
ser más?. Seguramente sí. Podrían ser MUCHOS MÁS los casos en los que los Juzgados optaran por derivar a una sesión informativa para que las partes pudieran conocer de la mediación. Pero en
tal caso, estaríamos hablando de intervención únicamente intrajudicial. Asociando demasiado la mediación a la existencia de un procedimiento judicial (cuando uno de los objetivos es que la mediación evite iniciar litigios), y perdiendo, de esta forma, el valor preventivo que tiene la mediación
extrajudicial como modelo que fomenta la autogestión y la solución de conflictos directamente por los implicados.
¿Qué pasa con la mediación extrajudicial? ¿cómo ayudamos los mediadores a que se generen casos en este ámbito? Y a ese respecto, ¿cuántos casos, antes de iniciar trámites judiciales, son derivados a un proceso de mediación por el colectivo de los abogados?, ¿y
por el de los procuradores?, ¿y cuántos por el conjunto de los psicólogos?,
¿y cuántos casos son derivados por cada uno de los colectivos profesionales que están formándose y fomentando la formación en mediación?
Si, efectivamente, creemos en la mediación y en sus bondades para quienes hacen el
esfuerzo de intentar resolver sus conflictos a través de ella, tal vez seamos los
primeros que debamos DEMOSTRARLO. Y la iniciativa que aquí propongo es sólo una propuesta entre las muchas opciones posibles. Una que quizá permitiría incrementar, en 15.000, el número de procesos de
mediación llevados a cabo anualmente. O quizá muchos más, o tal vez menos. A veces las matemáticas no son la herramienta más exacta para
este tipo de predicciones. Pero estoy seguro de que serían muchísimos más los casos en los que los conflictos
podrían ser resueltos de un modo más eficaz y constructivo, con todo lo que eso
supondría de beneficio, de aprendizaje y de crecimiento para la sociedad a la
que pertenecemos. Y, ¿no es ése, en definitiva, el mejor modo de darle verdadero valor
a la mediación? No tengo ninguna duda de que la respuesta a esta pregunta es SÍ.