En una verde pradera dos jóvenes conejos
enamorados de una bella liebre trataban de cortejarla y de ganarse su cariño. La
liebre estaba indecisa, porque los dos eran muy apuestos, simpáticos y
apasionados. Y se encontraba incómoda teniendo que elegir entre ambos porque
quería ser amiga de los dos.
Una cálida mañana de primavera los dos conejos
se acercaron a la liebre y, con el fin de demostrar cuál de los dos era el más
veloz, le indicaron que les esperase al extremo del prado mientras ellos echaban una carrera hasta ella.
Tras la salida, ambos se mostraron muy ágiles y rápidos, y
ninguno de los dos conseguía sacar ventaja al otro. De modo que, cuando
llegaron al punto en que estaba esperando la liebre, al ir empatados, siguieron corriendo más allá de ésta.
La liebre, que estaba contenta de
que llegaran juntos y esperaba darles la enhorabuena a los dos, al verlos pasar
de largo, dejándola “plantada”, sintió una gran tristeza y decepción. Y entendió
que los dos conejos tenían más interés en demostrar cuál era el mejor de los dos que en ella misma. Así que decidió que no elegiría a ninguno de ellos. Y que buscaría un pretendiente que mostrara un verdadero interés en ella.
Moraleja: La diferencia que existe entre "lo que se dice" y "lo que se hace" puede mostrarnos intereses y necesidades ocultos en la intervención (incluso a veces para sus propios dueños), y que sin embargo están muy presentes en sus actos.
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